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El Jueves, luego de la octava clase del seminario en AtraXion, nos fuimos a poner en práctica el conocimiento aprendido. Uno de los chicos traía un estado muy cañón contagioso, así que decidí dar lo mejor o no me iba a tocar nada.
En eso veo que viene caminando hacia nosotros una chica voluptuosa, de andar muy sensual. “Seguro es extranjera” pensé. Era de las que me gustan, hermosas latinas. Con ansiedad me acerqué directamente hacia ella y le digo:
-Hola…
Ni siquiera voltea a verme. Pensé “Tal vez no me escuchó…” Mi corazón se agitaba.
– Hola…
Sigue sin voltear. Me estaba ignorando. Comenzaba a sentirme muy ansioso y recordé lo que vimos en el seminario: las mujeres pueden oponer una resistencia simbólica que si eres educado y persistente, puedes vencer. Se trata de ganar su confianza demostrando interés genuino y educadamente. En un tono más fuerte y con una sonrisa, dije:
– Hey!
Finalmente, Ella voltea un poco y yo aprovecho para decirle porque he venido: «Eres muy atractiva y quería que conocerte». Ella me observa rápidamente y sigue su rumbo, y yo continuo en la estrategia:
– Quería ver si aparte de guapa eras buena onda, pero me estás decepcionando… y le regalé mi mejor sonrisa a la Orlando Bloom.
Por fin escucho salir palabras de su boca, me contesta con un acento que de inmediato reconocí, era una hermosa Venezolana:
– Me dijeron que no me confiara de los mexicanos.
– Parezco maleante o algo así?
– Pues no, pero…
– Eres de Venezuela?
Por fin pude empezar a platicar normalmente, superando la resistencia inicial. Le empiezo a preguntar lo típico: cuánto tiempo tiene aquí, cuánto se va a quedar, que tal México. La verdad es que entrada en confianza, era una chica tierna e inocente. La hice reír un rato y le pedí el teléfono, ella iba a estar unas semanas más en México.
(Nota del editor: más sobre cómo generar tensión y atracción en esta entrada)
Comencé con el juego de textos: se basa en mensajes graciosos y sin sentido, juegos de rol y los memes que vimos en LevantArt Escuela de Liderazgo y Seducción. Todo para generar confianza y complicidad. Le mandé mensajes diciéndole que robáramos un banco juntos, que nos fuéramos a viajar como fugitivos por el mundo, etc. Uno de los mensajes fue “Estoy súper cansado deberías de venir a hacerme piojito”. Respondió bastante bien pero no la iba a invitar directo a mi casa, era pedir demasiado demasiado pronto. Lo dejé ahí. Le mandé otro mensaje: “Tengo antojo de las mejores crepas de la ciudad, acompáñame” y le mande la foto de unas crepas. Quedamos una cita para el día siguiente por la mañana.
Obviamente las mejores crepas de la ciudad están a 3 cuadras de mi casa. Llegó muy guapa para un día a la mañana: traía un pantalón de mezclilla y una blusa blanca semitransparente que permitía ver el color de su bracier también blanco. Nos saludamos y empecé plática de relleno mientras buscaba el rincón más solitario y oscuro para comenzar a hablar de temas en común que tenemos, ella se dedica a las danzas y yo me dedico al coaching así que discutimos de cómo estas dos disciplinas podían subir el autoestima y la felicidad de la gente. Mente sana en cuerpo sano.
La conversación terminó en cosas como filosofía y cuando ella hablaba yo aprovechaba para mirarla intensamente y crear tensión al grado que de lo nerviosa que se ponía se olvidaba de lo que me estaba diciendo. Me estaba hablando de un libro, me le quedé viendo, sentí esa tensión, era el momento: le acomodé el cabello, la agarré de la barbilla y la besé. Ya habíamos pasado mucho tiempo ahí así que fuimos a un parque y seguimos platicando, para esto ya íbamos agarrados de la mano. La fui guiando rumbo a mí casa y cuando estuvimos afuera le dije: Ya casi tengo que irme pero te doy un aventón con el carro, deja que paso por las llaves. Abrí la puerta de mi casa y me disculpé:
– Pero qué grosero, como te voy a dejar en la calle eso no está bien, pasa nada más voy por las llaves, agarro unas cosas y ya nos vamos.
Ella dudo un poco pero la agarre de la mano y simplemente la fui guiando. De hecho deje la reja de la calle abierta jaja, pero bueno los vecinos la cierran cuando pasa eso. Ya en mi departamento le dije:
– Pensé que era más tarde todavía tengo un ratito…
Agarré un libro del librero y me senté. El libro era de psicología, parecido a lo que habíamos estado hablando, le leí un par de frases sobre autoestima y la volví a besar. Luego me puse un poco de música. Le pedí que me enseñe a bailar. Eso la relajó, era su especialidad. En el baile la volví a besar, ya estaba súper relajada, poco a poco habían caído todas sus defensas. En eso sale una canción de pink Floyd que bailo con ella ya de una manera completamente sexual, a partir de esa canción la música solo favorece a crear eseambiente. Comienzo a quitarle la blusa, quiere ofrecer resistencia pero el ambiente la domina, le quito la ropa me quita la mía, la música nos envuelve. La aviento al sillón, la jalo del pelo, es mía en este instante está a mi merced y a ella le gusta. Nuestros cuerpos se envuelven el uno al otro es como si los dos nos hubiéramos transformado, no hay palabras solo movimiento y sonidos
Miguel – 27 años | México DF
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Nota del Editor: Los nombres propios y algunas circunstancias han sido modificadas para resguardar la privacidad de los involucrados.