Chilenos recurren a estos cursos para aprender a vincularse con el sexo opuesto. Incluyen vocabulario técnico y enseñanza lúdica.
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Una veintena de hombres se reúne en la sala de una casona en Providencia para escuchar la última clase del seminario de seducción que dicta la Academia LevantArt. Sí, un curso para varones que no tienen suficiente claridad sobre cómo abordar a las mujeres o que, sabiéndolo, ahora quieren hacerlo en cantidades industriales. “Funciona. La verdad es que desde que vengo acá me va súper bien en las fiestas y sin tomar una gota, me voy siempre acompañado”, comenta “Cerbero”, un joven veinteañero quien de paso explica que ese no es su nombre, ya que todos inventan seudónimos y se conocen así entre ellos.
“Es que la seducción está en todo”, explica Felipe Gatica, alias Leiton, quien es el director de LevantArt Chile. “Si tú quieres vender, conseguir un trabajo, convencer a un familiar u obtener un favor de alguien, tienes que seducirlo de alguna forma”, dice antes de entrar a la clase.
Una vez en el aula, empieza a repasar las tareas. Esta es la décima y última clase del curso y los estudiantes ya manejan un vocabulario técnico. “¿Quién quiere exponer aquí su tool box (herramientas de seducción)?”, pregunta el profesor. Entonces “Cerbero” levanta la mano y empieza a detallar lo que diseñó.
No habla de relatos, ni atmósferas, sino de estrategias para vincularse con las mujeres, a través de fórmulas. Expone sobre los “DAV” (demostración de alto valor), que se refiere a los temas que lo apasionan y que pueden generar interés en el sexo opuesto. También nombra los “NEG” (negaciones), que son situaciones en las que no se muestra interés por la otra persona, lo que genera un efecto de “encanto”. “Por ejemplo puedes decir es muy lindo tu vestido, pero ya he visto a otras dos niñas con él. Es raro de entender, pero provoca un efecto de atracción”, aclara Leiton.
LevantArt tiene sede en Argentina, Uruguay, Colombia y en nuestro país. El primer nivel de los talleres tiene una duración de dos meses, donde se enseña algo tan básico como decirle “hola” a una mujer, hasta qué hacer paso a paso cuando se comienza una relación.
Junto a esto, el coach analiza los puntos fuertes y débiles de cada uno de los asistentes. “Existe una estructura, una dinámica social en la que se debe pasar por etapas para acercarse a una mujer. Primero debe existir una atracción y un confort, para llegar a una instancia final que es la seducción. Algunos tratan de besar en la primera cita o de llevar a su acompañante a la casa. No es llegar y tirarse, todo tiene su proceso. Además, trabajamos mucho la autoestima de los alumnos”, dice Leiton.
Agrega que su género miente en un intento por impresionar o mostrar valor. En las primeras salidas abren la puerta del auto, regalan peluches y chocolates, y a los meses se olvidan de eso. “Por eso nosotros les enseñamos la congruencia, para que sean verdaderos y no armen una falsa imagen de románticos si no lo son”. Añade que no es necesario que el hombre siempre pague la cuenta. “Si la mujer quiere hacerlo hay que dejarla, o si quiere pagar la parte de ella, también. Es una señal que quiere compartir contigo su tiempo, su dinero, o lo que sea, porque eres interesante”, dice.
El lenguaje corporal también es importante. “Es clásico ver en las discotecas a los tipos que están en la barra con un copete a la altura de la boca. Esa actitud crea una barrera de espacio entre ellos y una mujer con la que quieran conversar. Por eso es mejor mantener el vaso cerca de la cintura”, precisa Leiton.
Martín Rieznik, apodado “Caballero”, es argentino y director de LevantArt Latinoamérica. Comenta que, al momento de seducir, el chileno suele avanzar muy despacio o con falta de liderazgo: “Digamos que si en Argentina muchas veces debemos enseñarles a los hombres a pisar el freno, con los chilenos solemos trabajar en cómo apretar el acelerador”.
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